Segundo día - Lunes

Están diseñados por Stefan Braunfels y están unidos por un puente sobre el Spree. El segundo alberga la biblioteca parlamentaria y otras dependencias gubernamentales. Tiene un cubo con ventanas circulares gigantescas donde está la sala de lectura de la biblioteca.
Por cierto, las dos personas que dan nombre a estos edificios fueron grandes defensores de la democracia durante la segunda guerra mundial, así que ya podéis imaginar qué hicieron con ellos los nazis.
Seguimos por el Reichtag (lugar donde se reúne el parlamento). Merece la pena subir en ascensor a la cúpula de cristal (diseño de Norman Foster) del último piso recorrer la rampa para ver unas vistas impresionantes de Berlín.
Como es lunes y los museos están cerrados está todo el mundo aquí, así que decidimos dejar la visita para el día siguiente y proseguir camino. (además se nota unas ganas incontenibles de ver la puerta de Brandenburgo)


Uno de los que más nos impresiona es el banco DZ con el atrio de Frank Gehry (que ya nos tiene acostrumbrados con sus cosas...)

Después el paseo discurre por Unter den linden, que es muy curioso. Es una "gran" avenida en su más estricto sentido de la palabra, pero es tranquila y silenciosa. No se oyen bocinazos, no hay coches en segunda fila, hay mucha gente, pero va despacio por las aceras ... no sé, se respira una tranquilidad a la que, por lo menos yo no había visto en ninguna gran ciudad.
Nos paramos en todos los escaparates cual pueblerinos, ya que lo que se ve es espectacular ...tiendas, concesionarios de coches ...


Y como pone en las guías, "un desfile de edificios históricos": la universidad Humboldt, el Neue Wache (de Schinkel), el monumento al rey Federico el Grande Reiterdenkmal Friedrich del Grossen, o el Kronprinzenpalais en su día residencia regia, y la Zeughaus antigua armería convertida en el museo de historia de Alemania.
De allí hay que pasar por la isla de los museos donde la plaza donde está la catedral de la ciudad (Berliner Dom) y el museo Altes, con el río de fondo, es espectacular. (ya es otoño y los árboles dan un colorido precioso)
No menos espectacular es el hotel Radison con el pecerón dentro. Un prodigio del diseño, del interiorismo y el poderío.


Después de ésto, nos fuimos a comer a "la costilla y la escápula" donde realmente tuvimos problemas de idioma y aunque la carta estaba en castellano, hubo confusiones y no nos dejó buena impresión aunque el sitio fuese bonito.



Todo está construido en torno a un cono de vidrio, que reluce con un juego de luces que provocan tantos cristales. Desde ese punto, hay 3 plantas en forma de círculos concéntricos, donde están todas las tiendas de ropa y complementos.

Desde aquí y por la calle Französ St. llegamos al monumento al holocausto. Son 2,711 bloques de hormigón rectangulares con los que Peter Eisenmann, evoca un gigantesco cementerio. Es de entrada libre y deambular por este laberinto hace que se sienta la frialdad de la piedra, y hay un juego espectacular de luces y sombras. (también había mucho niño gritón jugando al escondite).
Esta obra se inauguró en 2005 tras muchos años de discutir la planificación de un monumento tan brutal.
Es visita obligada.

Aquí también, en esta plaza está la Kaisersaal, el único salón del hotel Esplanade que sobrevivió a la guerra. Este edificio se movió 75 metros hasta su localización actual, y convertirse en un restaurante que forma parte de la postdamer platz.


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