Como despedida, queríamos ir a cenar a un sitio majete, (vamos, hamburguesa no) y nuestra cicerone que anteriormente nos llevó al clarita, nos llevó al Matritum (esta sabe elegir, desde luego).
El sitio es muy pequeñito, tradicional y muy acogedor; lo que más nos llamó la atención, fue la profesionalidad con que nos atiendieron. La cena estuvo riquísima, muy bien presentada y no nos disparamos excesivamente en el precio (no llegó a 30 € cada uno) pero me imagino que fue por la contención alcohólica.
Está en la cava alta 17 y también es altamente recomendable.
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